domingo, 20 de noviembre de 2011

Relato corto: Nueva vida

Aquí os traigo otro pequeño fragmento de mi pasado. Se lo dedico a toda aquella persona que en algún momento de su vida ha cambiado de vivienda o de modo de vida. No todos los cambios son buenos, pero en definitiva, la vida es cambio.

Hoy ha sido un día fascinante de nuevas experiencias. Echo de menos el que hasta ahora ha sido mi hogar, pero mi nueva vivienda me gusta, y presiento que me aguardan multitud de aventuras y maravillosas experiencias en ella. Quizá no todo sean felicidad y alegrías, pero el lugar me fascina y me atrae
 Todo empezó cuando desperté sobresaltado por la sirena de una ambulancia. Comprendo que deban atender urgencias, pero si van a pararse junto a mi casa, podrían haber tenido el detalle de apagar el infernal sonido. Estaba tan a gustito y calentito que aquel alboroto era como viajar a toda prisa por una carretera tortuosa y accidentada.
 Intenté aislar aquel  ensordecedor sonido, cerré los ojos y me dejé llevar por los recuerdos de mi tranquila y apacible vida. No fue fácil, porque incluso los agradables sonidos que emitía mi habitación, cuya habitual cadencia me ayudaban a relajarme, parecían haberse acelerado con el  estruendoso alboroto. Quizá era debido al estado de ensoñación en el que me hallaba, pero juraría que la pulsación que medía las horas variaba bruscamente su frecuencia como si el tiempo mismo se deformara por momentos de forma extraña.  A pesar todo, me ayudó a relajarme recordar una de tantas canciones que hasta el momento habían marcado mi vida, y no pude evitar sonreír al recordar la infinidad de momentos felices y sensaciones varias que aquella canción había aportado a mi vida. Eran muchas las veces que había intentado sin éxito bailarla en la placida soledad de mi habitación.
 De pronto y sin esperarlo, el sonido de la ambulancia cesó, y comencé a flotar en un embriagador estado entre la vigilia y el sueño. Poco podía imaginar que el mayor sobresalto estaría aún por llegar. Lo que todavía no comprendo es cómo no fui capaz de verlo venir. En cualquier caso, los acontecimientos acaecidos cambiarían mi vida para siempre. Estaba sin saberlo a punto de vivir una experiencia que cambiaría mi realidad de un modo irreversible e inesperado.
 Fue entonces cuando, envuelto la calidez del manto que me arropaba comencé a oír los gritos de mi madre. Me invadió una extraña sensación mientras un escalofrío recorría mi espalda. El miedo se apoderó completamente de mí, evitando que pudiera pensar con claridad. Deseaba desesperadamente gritar, pero por más que me esforzaba no era capaz de razonar nada inteligible. En aquel caótico torrente de emociones, ninguna palabra acudía a mi mente.
 Para agravar la situación, mi cuerpo estaba extrañamente aletargado por el sueño  y solo conseguí, no sin gran esfuerzo, rotar sobre mí mismo entre los pliegues del hasta entonces cómodo lecho. Alargue mi mano a tientas, hasta donde era capaz de llegar, pero no encontraba nada más que insondable oscuridad.
 Mi corazón palpitaba desbocado y con fuerza, aunque mi cuerpo carecía de la necesaria para poder enfrentarme con garantías a la temida situación. En mi cabeza, mi mundo parecía desmoronarse cuando  súbitamente, una cada vez más intensa luz comenzó a inundar mi cuarto. Mi madre comenzó a emitir quejidos de dolor mientras, entre extraños y desconocidos sonidos, unidos al alboroto, me pareció escuchar como pronunciaba mi nombre en repetidas ocasiones.
 En aquel momento, justo cuando creía que el final se acercaba, lo comprendí todo. Una inmensa presencia irrumpió en mi habitación y me persuadió con un cuidadoso movimiento de sus manos a salir mientras yo me resistía. Me agarró delicadamente y me levantó con facilidad. Para mi sorpresa, descubrí con alivio que aquella persona actuaba con cierta ternura.
 Cuando vi el mundo que se extendía fuera, no pude evitar el llanto. La luz me cegaba y era desconcertante encontrarme de pronto tan pesado.  No distinguía otra cosa que una extraña composición de luces y sombras.
 Fue entonces cuando percibí con gran extrañeza y total claridad la voz de mi madre. Mi padre estaba a su lado. Ambos estaban felices y ahora reían. Siempre recordaré con gran alegría este día. El día en el que conocí a las dos personas más maravillosas de este mundo. Mis padres.