En una oscura habitación, fuertemente
custodiada por un insondable silencio, se hallaba un hombre cómodamente
sentado, tecleando frenéticamente un sinfín de códigos ininteligibles. Su vista
saltaba alternativamente entre tres amplias pantallas que, suspendidas
misteriosamente en el aire y combadas hacia fuera, mostraban ventanas de
comandos, imágenes de la ciudad y diversos gráficos estadísticos. Se encontraba
completamente absorto en su labor, mientras las ventanas aparecían y
desaparecían en cada una de las tres pantallas. De vez en cuando se detenía
bruscamente, estrechando su mirada en busca de algo inconcreto, para poco
después reanudar las rápidas pulsaciones del teclado.
Una voz femenina, que provenía de un lugar
indeterminado de la habitación, habló con un tono sensual, que nada hacía
sospechar que no proviniese de un ser humano.
–Señor, tiene una comunicación entrante. Es
Norman –dijo la voz.
-Gracias Sarah.
En la pantalla
central se abrió una nueva ventana, superponiéndose tridimensionalmente a las
demás. Apareció la cara de un hombre, completamente surcada de cicatrices,
mirando al frente con seriedad.
-¿Ha ido todo bien Norman? –preguntó el
hombre desde las sombras.
-Perfectamente –contestó Norman -.He colocado
el localizador sin problemas –sonrió-. Y me he asegurado de que no sospechara
nada.
-Intuyo que no le habrá explicado dónde
pensaba dirigirse, ¿me equivoco?
-Me ha dicho que tenía cosas que hacer en la
superficie, pero no me ha dado más detalles.
-Ya veo. No es propio de ella desvelar sus
intenciones. –Tecleó rápidamente en el terminal que tenía ante él-. Ya la he
localizado –dijo mientras aparecía una nueva imagen a su derecha-. Ha hecho un
buen trabajo. Le felicito.
-Gracias, para eso estamos –contestó
mostrando una amplia sonrisa.
-Manténgase alerta, es altamente probable que
pronto necesite sus servicios de nuevo.
-Sin problema. Cambio y corto. –La cara
desapareció repentinamente.
Las pulsaciones reanudaron su cadencia en la
agobiante oscuridad. Las pantallas se poblaron de imágenes, mostrando varios
planos de una zona específica de la ciudad. El hombre, que tecleaba
persistentemente, de pronto se detuvo, a la par que su vista se centraba en una
imagen muy concreta. En ella, una preciosa joven bien proporcionada caminaba
resueltamente. Según su ubicación, bordeando la Sede de Traslación.
Tecleó varias sentencias más y la imagen se
deslizó rápidamente al monitor central, ocupándolo completamente. A medida que
pulsaba las teclas, fueron apareciendo en las pantallas laterales las distintas
destinaciones posibles y las diversas medidas de seguridad disponibles.
Fijó de nuevo su atención en la pantalla
central. Repentinamente, un Meka se interpuso en el camino de la chica que
intentaba acceder al edificio. Se quedó momentáneamente paralizado al ver que
de su mano surgía un poderoso relámpago, chamuscando los circuitos del androide
con rapidez.
Se detuvo brevemente a reflexionar mientras
el monitor registraba la imagen de la joven desapareciendo rápidamente en el
interior del edificio. Pulsó varias teclas más y se acomodó en su asiento, con
la mirada fija en la pantalla central.
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